«Desde CECU estamos muy preocupados por el incremento del IPC y la situación que se está generando, aunque ya venimos avisando de ésta desde el pasado verano. Cuando vimos la subida de la factura energética, supimos que era como un tsunami. Primero venía la energía, pero iba a afectar a todos y cada uno de los sectores. Si a eso le sumas la invasión de Ucrania por parte de Rusia y los problemas de desabastecimiento y transporte internacional, es evidente que irremediablemente iban a subir los precios, aunque algunos sectores como el de la alimentación hayan tardado meses en hacerlo.
Obviamente esta situación afecta de forma muy negativa a los bolsillos de los consumidores. Si tienes unos ingresos que cada año pueden incrementarse, por ejemplo, en porcentajes del 1%, 2% o 3% y ves que durante un año estamos alcanzando una inflación de casi el 10%, estás ante una clara pérdida de poder adquisitivo que te lleva a limitar algunas compras. Por ejemplo, en materia de alimentación esto con lleva un problema adicional. Cuando, por desgracia, es más barato comprar un kilo de cruasanes que un kilo de fruta, y te ves obligado a tomar decisiones casi puramente por lo económico y no lo nutricional, puedes acabar teniendo problemas a largo plazo. Por tanto, estamos preocupados pero esperamos que el mecanismo de ajuste de la excepción ibérica pueda suponer una reducción del precio de la energía que lleve, aunque de forma mas lenta, a una reducción de los precios en otros sectores. Y aunque por desgracia no creemos que el ahorro en la luz supere el 15-20 % al que ya aludía la ministra Ribera hace unas semanas y vamos a seguir con las tensiones muy altas en algunos sectores como el de la alimentación, también esperamos que hayamos tocado el techo de la inflación ya.
Desde el pasado verano proponemos varias medidas. La primera, modificar el sistema tarifario en la factura energética, para que paguemos en base al coste real de la energía ofrecida y se centre más en las renovables. En segundo lugar, estudiar la rebaja de la presión fiscal sobre algunos productos y servicios básicos, como la luz, el agua, el gas o productos de alimentación básicos. A lo mejor también hay que tomar medidas como la reducción temporal del IPC del año pasado, para que los consumidores puedan tomar un poco de aire a la hora de comprar productos nutricionalmente más sanos. Además hay que ampliar, como no puede ser de otra manera, la población que se beneficia de los bonos sociales, e inclusive estudiar incrementos de ayudas para los consumidores más vulnerables. Al mismo tiempo, sería positivo abrir mercados para que la oferta se multiplique e intentar promocionar los productos de consumo local. Primero, porque al venir de más cerca sus precios pueden verse menos afectados y, segundo, porque es más sostenible. Está claro que la situación ahora mismo es de incertidumbre y preocupación, por lo que esperamos respuestas por parte de las administraciones para solventar en la medida de lo posible los problemas de las familias, sobre todo de las más vulnerables».