ARQUITECTURA URBANA
La pandemia ha humanizado la forma de entender nuestras viviendas
Por Marjorie Adelbeirth
La arquitectura siempre se ha proyectado como reflejo de los procesos históricos y culturales de la sociedad, en base a las creencias del momento. Muta drásticamente en estética después de acontecimientos importantes. Ejemplo de esto fueron reconstrucciones de estilo moderno en Europa luego de la primera y segunda guerra mundial.
La arquitectura refleja y se proyecta en función de los cambios sociales. En estos momentos de lucha por la igualdad, la distribución de espacios y vinculaciones ofrecen solución y nuevas dinámicas.
Pero también podríamos hablar del significativo cambio urbanístico de la ciudad de Chicago luego del incendio en el año 1871, reconstruyendo la ciudad con grandes rascacielos, marcando junto con Nueva York el estilo de las grandes ciudades Norteamericanas.
A partir de la década de los 70s la ecología y sostenibilidad tomaron cada vez más protagonismo en todos los ámbitos de la industria; los criterios de proyección bioclimática tomaron cada vez más relevancia en la arquitectura y la construcción, convirtiéndose en tendencia.
Durante las más de cuatro décadas que llevamos incorporando estos criterios, el proceso ha sido lento, como es usual en la construcción: llena de procedimientos y servicios de largo plazo. Sin embargo, el año 2020 aceleró, en todos los sentidos, los cambios que vienen dándose en todas las industrias. Como siempre, la arquitectura siendo reflejo de cambios sociales también ha tenido que evolucionar y contemplar nuevos usos de espacio. Se marcan como tendencia casas afuera de las grandes ciudades, diseñadas con aplicación de criterios de arquitectura bioclimática y sostenibles.
«Ahora más que nunca, se han hecho latentes los grandes beneficios que tiene para la salud el vivir en el campo, y por ello, las casas en los árboles se están convirtiendo en un tipo de vivienda muy cotizada en el mercado inmobiliario de lujo», indica Nacho García-Milla, CEO y fundador de Cicerone Real Estate, para el diario El País en Marzo 2021.
En una sociedad que exige igualdad y que no se le catalogue con etiquetas, la arquitectura se levanta con plantas abiertas, espacios integrados y versátiles para su uso. Las etiquetas de espacios tradicionales tienden a desaparecer. Los livings y dormitorios ahora contienen espacios para trabajar producto del home office que se instaló en la pandemia.
Algo interesante a notar es la distribución de espacios en cuanto al género, durante el siglo pasado las cocinas se proyectaban en la parte trasera de la vivienda, destinada para las mujeres y el servicio. Hoy la cocina se integra con islas al área social y en toda reunión es el área donde eligen permanecer por más tiempo invitados y anfitriones. La arquitectura refleja y se proyecta en función de los cambios sociales. En estos momentos de lucha por la igualdad, la distribución de espacios y vinculaciones ofrecen solución y nuevas dinámicas.
Programas abiertos de distribución, espacios flexibles, estructuras modulares permiten que las edificaciones se adapten a los nuevos usos que aparecen, las nuevas vinculaciones entre el espacio y los habitantes, vinculaciones con distanciamiento entre usuarios, modifican incluso los módulos mínimos de distancia sugeridos por el manual de Neufert, libro imprescindible para los arquitectos con medidas y escalas estándares para la proyección de espacios y mobiliario.
Otro gran cambio que se evidenció luego de la pandemia está en los espacios de trabajo. La humanidad cambió, ahora valoramos precisamente esto: nuestra humanidad. La relación con el otro, los amigos, la familia. Los espacios de trabajo deben ser reflejo de esto. Ser lo suficientemente dinámicos, atractivos e innovadores para permitir nuevos usos a los que se estaba acostumbrado, que permitan mejorar la movilidad durante las horas de trabajo para favorecer la salud. La ventilación debe ser la más apropiada que permita que el ambiente se mantenga sano y en constante circulación de aire. La iluminación debe estudiarse para propiciar bienestar durante las horas de trabajo, trabajar en 3 capas para mejorar la sensación de espacios. Iluminación de circulación, de acento y la fija en cada puesto de trabajo.
Además, la distribución y circulación debe favorecer los vínculos humanos, e incentivar el trabajo en equipo. Contemplar espacios lúdicos para relajarse y fomentar luego la productividad y concentración en trabajos creativos.
La forma en la que llegamos a nuestros clientes sin duda cambió, al igual que las técnicas de venta. Luego de la pandemia se abrió paso a paso galopante al e-commerce. Evaluar este nuevo paradigma, por tanto, resulta esencial a la hora de proyectar el interiorismo del espacio. Estéticamente debe ser visualmente muy atractivo, para captar la atención de los clientes y deben permitir generar contenido de calidad para las redes sociales en caso de que sea una de las nuevas funciones que debe cumplir el espacio.
Como resultado, luego de la pandemia resultó inminente la transformación digital de las empresas y este es un proceso que debe ir acompañado de la tecnología pero también de aire fresco que acompañe la estructura física de las empresas. Siempre teniendo en cuenta los factores que fueron mencionados anteriormente.
Toda esta flexibilidad, junto con la contemplación de criterios bioclimáticos a la hora de proyectar, nos permiten generar una arquitectura sostenible. En especial por la duración en el tiempo y la atemporalidad de las nuevas construcciones, que se levantan con el fin de poder adaptarse siempre. A los cambios sociales, a las nuevas formas de trabajo, a las nuevas vinculaciones entre personas y entre el espacio, a nuevos sistemas estructurales más conscientes, más rápidos, pensados en la practicidad de lo local.
La arquitectura en definitiva es un reflejo fiel del ser humano, proyectado por seres humanos y para seres humanos. Mientras sigamos avanzando y teniendo en cuenta nuestra humanidad y nuestro impacto con la naturaleza, la arquitectura se proyectará con los mismos ideales.