Por Fàtima Vidal Ayuso
Profesora del Dpto. de Estrategia Empresarial y de Gestión
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La huella de carbono se puede definir como el impacto que los seres humanos provocamos en el medio ambiente, como un indicador que mide las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que emitimos a la atmósfera y que se cuantifica a partir de CO₂. Como sabemos, los GEI se acumulan en la atmósfera de la Tierra y provocan la absorción de energía infrarroja del sol, creando así el llamado efecto invernadero, que aumenta la temperatura global del planeta. Una cuestión que está en el orden del día, ya que la temperatura de la Tierra no hace más que aumentar.
Con la Ley de Cambio Climático, las empresas deberán calcular su huella de carbono, así como elaborar y publicar planes de reducción de gases de efecto invernadero
Aunque es cierto que hace años que este tema está en la esfera pública por su relevancia para la sociedad, los primeros pasos reales nivel europeo para afrontarlo se llevaron a cabo con el Acuerdo de París (2015) y se reforzaron en la Asamblea General de las Naciones Unidas con la creación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Este último encuentro supuso el inicio de una agenda global hacia el desarrollo sostenible que implica transformaciones en los modelos económicos actuales, como un nuevo modelo social de prosperidad que tiene en cuenta los límites del planeta.
Las empresas, en el punto de mira
Durante los primeros meses de pandemia, las emisiones de CO₂ se redujeron en la mayoría de países a consecuencia del confinamiento y el parón de la producción masiva. A nivel europeo, uno de los datos más sorprendentes fue el registrado por España, que redujo casi en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero.
En esta línea, para dar apoyo a las directrices europeas y cumplir con la Agenda 2030, España aprobó la Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica, que pretende, entre otros, reforzar la concienciación sobre el efecto de la huella de carbono de las empresas en el planeta y aplicar planes de reducción de emisiones para ser una Europa más sostenible y climáticamente neutra.
Con la aplicación de esta nueva normativa, las compañías se verán en el punto de mira, ya que tendrán que controlar las elevadas emisiones de CO₂ que pueden llegar a generar. De este modo, se les exigirá el cálculo de la huella de carbono, así como la elaboración y publicación de planes de reducción de GEI. Sin embargo, aunque la Ley está ya aprobada, todavía no se ha fijado a qué tipo de empresas y sectores afectará.
La situación en Europa
En Europa hay más de 650 empresas que ya realizan cálculos para comprobar su huella de carbono o que prevén hacerlo en los próximos dos años, según datos del informe Putting a price on carbon, realizado por la organización internacional sin ánimo de lucro Carbon Disclosure Project. Geográficamente, son las empresas situadas en países como Alemania, España, Francia o Reino Unido las que lideran esta iniciativa.
En Europa hay más de 650 empresas que ya calculan su huella ecológica, especialmente en países como Alemania, España, Francia o Reino Unido
Hay que tener en cuenta que no todas las compañías contribuyen del mismo modo en el calentamiento global, ya que este impacto depende de casuísticas como el sector en el que se encuentran, los productos que manufacturan o los servicios que ofrecen, entre otras. Una situación que provoca que haya industrias en las que resulta urgente llevar a cabo este recuento, como por ejemplo en combustibles fósiles o energía, dos de las más contaminantes.