La movilidad multimodal se aplica en la sociedad desde hace décadas. El transporte público con multitud de opciones no es nuevo, pero sí los criterios de sostenibilidad que lo rigen. Desde el trolebús hasta Uber, repasamos la evolución los servicios públicos dedicados al desplazamiento de los habitantes de las grandes ciudades.
Autor. Redacción del Colegio de Ingenieros Técnicos de Obras Públicas.
La movilidad multimodal se podría definir como la capacidad de un usuario de utilizar diferentes medios de transporte, públicos y privados, para desplazarse desde un punto A a un punto B.
En los últimos años, este concepto se ha utilizado para explicar la necesidad de contar con servicios públicos del transporte en las grandes ciudades, bajo los criterios de eficiencia, de economía y de sostenibilidad. No obstante esto, este fenómeno se ha dado históricamente en las urbes en todo el mundo.
En el caso de Madrid, en la década de los 50, convivía el trolebús (que utilizaba catenarias y ruedas de caucho) con el tranvía. Posteriormente, tras la duplicidad de servicios, el primero desapareció para ceder espacio a los autobuses. Ya en los años 70, concretamente en 1972, el tranvía dejó de circular por las calles de Madrid, buscando nuevas fórmulas de desplazamiento masivo, ahora realizado en tren, en bus y en Metro.
Si comparamos el mapa actual de los servicios de transporte público con el de hace 30 años, la situación es muy diferente. No obstante, los objetivos perseguidos, tanto por profesionales como por entidades, siguen siendo los mismos:
- Eficiencia en la capacidad de movilidad masiva de población.
- Servicio público: bajo coste, asumido en gran parte por las administraciones.
- Creación de redes multimodales para abarcar el mayor espacio posible de territorio.
A estos, la última generación de infraestructuras y de servicios añade la sostenibilidad y la aplicación de tecnología: “Las innovaciones tecnológicas que se han producido en los últimos años han dado lugar a numerosas innovaciones en el ámbito del transporte público y la movilidad. Ejemplo de ello son la movilidad compartida (urbana e interurbana), los planificadores de rutas, o los sistemas de validación de billetes (ticketing) y pago con el móvil. Nace así el concepto de “movilidad como servicio”, que busca aunar estas nuevas soluciones y lograr una mejora en la experiencia del usuario del transporte para aumentar la eficiencia (Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana)”.
Movilidad inteligente
A través de la implementación de las últimas tecnologías y del uso del BigData, los Ingenieros Civiles, quienes diseñan, construyen y gestionan las infraestructuras del transporte, pueden conocer en tiempo real el uso y la eficiencia de las mismas.
De esta manera, se llega a una nueva generación de construcciones que se enfocan, además de en las estructuras, en la parte social: “Fomentar las infraestructuras conectadas que permitan una gestión inteligente, optimizando su capacidad y rendimiento, disminuyendo los costes de mantenimiento y logrando, en suma, infraestructuras más eficientes y flexibles, para adaptarse a las necesidades de los usuarios. El segundo objetivo es avanzar en las llamadas “terminales inteligentes” en estaciones, puertos, aeropuertos, etc., que mejoren la experiencia de los usuarios proporcionando la información que necesitan en tiempo real y contribuyendo a una mayor accesibilidad (Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana)”.
Para ello, desde el Ministerio, instan a la utilización de BIM como herramienta fundamental de aplicación durante todo el ciclo de vida de la infraestructura, también en lo referido al análisis de las necesidades de los usuarios. Esto, además, permitirá a nuestros profesionales adelantarse a los cambios en los hábitos y, en consecuencia, ofrecer infraestructuras acordes a las nuevas necesidades, algo que anteriormente nunca había pasado.
Sostenible
La sostenibilidad es otro de los criterios que no se aplicaban anteriormente en el transporte público de nuestras ciudades y que se suma a los objetivos de eficiencia, de coste y de creación de redes que abarquen el mayor territorio y al mayor número de habitantes posible.
Así, la automatización (apuesta firme del Gobierno) lleva, irremediablemente, a la sostenibilidad en criterios de eficiencia en la gestión de recursos y en el fomento de nuevos medios que reduzcan emisiones. Para ello, desde las entidades y desde la Ingeniería Civil se apuesta por:
- Rehabilitación en lugar de nueva construcción, especialmente en la red de carreteras. De hecho, en 2021, se han presentado los mayores presupuestos para la conservación de estas infraestructuras. Menor coste de materias primas y uso lógico de los materiales de segunda vida incorporados al sistema de la Construcción.
- Reutilización. En este caso, la adaptación de las vías ya existentes para un nuevo uso, por parte de los usuarios de las bicicletas y de los patinetes. Si bien con nuevas medidas por parte de la Dirección General de Tráfico (y con el objetivo de la Seguridad Vial), estos ocuparán, en un tiempo no muy lejano, las calles tradicionalmente transitadas por los vehículos privados. A ellos se unen los Vehículos de Transporte con Conductor (VTC) que han proliferado en los últimos años en nuestro país, no sin polémica.
- Remodelación de las ciudades. Los nuevos usos que se hacen del transporte público, así como las medidas gubernamentales, están llevando a un lavado de imagen de los núcleos urbanos. La desaparición de infraestructuras clásicas, como los conocidos “scalextric” son el ejemplo más destacado, especialmente en Madrid.
El papel del Ingeniero Civil y el cambio social
A la hora de establecer los grandes retos a los que se enfrentan los Ingenieros Civiles en lo relacionado con la movilidad multimodal, el más difícil de todos es convencer a la población del uso de las infraestructuras a su disposición.
Con motivo de la pandemia, los usuarios del transporte público solo se han incorporado a su rutina anterior a la COVID en un 80 %, alegando la falta de prevención de contactos de estos servicios.
Mientras infraestructuras como la de Metro de Madrid se amplían para incrementar los trenes y su área de influencia, el número de público desciende. Por ello, desde el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana han presentado la campaña “El transporte público te echa de menos”, para concienciar sobre los fasos mitos de su uso.
“Un único metro elimina 600 coches de la carretera; cada autobús, sustituye 40 coches”. Bajo esta premisa, se pretenden reducir los atascos en las grandes ciudades, a través del fomento de transportes como el ferrocarril, en su año europeo. Las frecuencias, el incremento de las infraestructuras y la ampliación de horarios son algunos de los incentivos más demandados por los usuarios, quienes se han acostumbrado a viajar en vehículo privado ante la COVID.
En este sentido, la Ingeniería Civil se ha de abrir paso en los usos y costumbres de los habitantes de las grandes ciudades. Ahí, juegan un papel fundamental los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS). Si bien actualmente, según fuentes del Ministerio, el 70 % de las ciudades ceden su espacio público al tráfico rodado y al aparcamiento de vehículos privados, la Ingeniería Civil pretende atajar esta “cotidianeidad” a través de la implantación de nuevos sistemas de Obras Públicas y, en definitiva, sociales.
Los carriles bici, la creación de Zonas de Bajas Emisiones (ya determinadas por ley para municipios de más de 50.000 habitantes) y la limitación de aparcamiento en el centro ciudad favorece el cambio hacia un nuevo paradigma y hacia la obligatoriedad, intencionada por parte de las administraciones, del uso del transporte público.
Ahí, una vez más, se ha de mantener el equilibrio entre la inversión en Obra Pública y, por tanto, en Ingeniería Civil, y el deseo de las administraciones de modificar los usos de la población. Una correcta relación entre ambos conceptos permitirá que el transporte público no se olvide de ningún sector de la sociedad: acceso universal, reducción del coste de los abonos y fomento de la multimodalidad.
Es el caso que está siguiendo Valencia, tanto en la capital como en su zona periférica, con la implantación de un billete único para diferentes medios, de tal manera que el usuario reduzca el coste de los trayectos. Algo que ya se implantó en España anteriormente pero que, paradójicamente, se ha perdido en el tiempo y en plena tendencia por la sostenibilidad.