Entre Madrid y San Sebastián no hay solo 550 kilómetros de distancia. Hay también una diferencia abismal de temperaturas. Solo en verano en la primera se “sufren” 40 grados y en la segunda el mercurio baja a los 20. Una climatología extrema que ha convertido a España y a varias de sus ciudades en banco de pruebas de Europa para testar la autonomía y hacer realidad el desarrollo del transporte 100% eléctrico.
Todo ello en el actual contexto de implantación de la Ley de Cambio Climático, que implica que, para 2023, las ciudades de más de 50.000 habitantes deben crear Zonas de Bajas Emisiones, lo que obliga a los consistorios a invertir en alternativas de movilidad sostenible para los ciudadanos, pudiendo captar fondos europeos, en parte dirigidos a fomentar la electrificación.
Estas pruebas no solo buscan el punto más duro de consumo con las temperaturas, las más calurosas en verano y las más frías en invierno, sino también con la gran longitud de las líneas de transporte público que caracterizan a nuestro país. En concreto, las líneas españolas tienen entre 15 y 20 kilómetros con un promedio de 45 y 50 paradas, según el Observatorio de Movilidad Metropolitana 2020, elaborado por el Centro de Investigación del Transporte de la Universidad Politécnica de Madrid (TRANSyT).
Por todo ello, las pruebas no se están concentrando en una única ubicación, sino que se busca la máxima amplitud de escenarios posible, de modo que en una primera fase, MAN Truck & Bus está llevando a cabo tests en San Sebastián, Zaragoza, Valencia, Alicante, Alcoy, Cáceres, Sevilla, Málaga, Tenerife, Las Palmas, Badajoz, Bilbao, Barcelona, Gerona, Santander y Madrid capital, para poner a prueba las capacidades del bus eléctrico con el Lion’s City en sus dos versiones, 12 E y 18 E -este último articulado-.
Se conforma así un exigente campo de pruebas, con ciudades muy diferentes entre sí, buscando la mayor disparidad geográfica y, por tanto, probar el vehículo en todos los terrenos posibles para desarrollar y hacer viable la tecnología eléctrica. Esto pasa por ser capaz de cubrir turnos completos, de entre 15 y 20 horas ininterrumpidas, sin recargas intermedias, e incluso llegar al final del día con un remanente de energía, síntoma de que no terminan al límite.
No obstante, en condiciones favorables, la capacidad puede ascender a 550 kilómetros, como mostró el resultado de la MAN eBus Efficiency Run que se llevó a cabo la pasada primavera en una línea de autobús urbano en Múnich, que rebasa ampliamente las necesidades de los operadores, ya que habitualmente requieren cubrir a diario entre 200 y 300 kilómetros, por lo que las prestaciones del eléctrico se equiparan ya a las del diésel.
Pruebas más allá del propio bus
Hacer realidad la electrificación del transporte público también pasa por llevar las pruebas hacia el estilo de conducción y la gestión de las propias líneas dada su influencia en la autonomía. En concreto, los conductores de los buses eléctricos tienen con su forma de conducir un impacto notable en las prestaciones del autobús, por lo que hay que orientar su reciclaje para conseguir un estilo de conducción rentable.