Los espacios de trabajo flexible están cada vez más a la orden del día. El operador Lexington fue la primera compañía en implementar este modelo de negocio en nuestro país hace ya más de 40 años. Pioneros en el sector, importaron este formato de Estados Unidos, haciendo posible que las empresas pudieran encontrar una solución flexible a sus necesidades de oficina.
Además, y tras la pandemia, este tipo de entornos de trabajo ha crecido de manera exponencial, ya que ofrece fórmulas híbridas para combinar teletrabajo y trabajo presencial. Fueron muchas las empresas que, en su deseo de poner en marcha este modelo mixto entre sus equipos, se decantaron sin ninguna duda por las ventajas de esta nueva manera de entender el concepto de workplace.
Y es que los espacios de trabajo flexibles no solo son beneficiosos para los trabajadores, sino también para las empresas. En primer lugar, se obtiene una mayor optimización de los costes debido a la adaptación de la estructura y tamaño del espacio a las necesidades de la plantilla en cada momento y al evitar gastos de implantación y suministros. Asimismo, se eliminan los largos periodos de contratación, por lo que, de esta forma, la empresa puede prescindir de esos espacios cuando no se encuentre en su mejor momento financiero si así lo necesitase.
En este sentido, los espacios flexibles son de gran ayuda a la hora de esquivar riesgos innecesarios para las compañías. Hacerse con una oficina convencional conlleva un gran cambio en la estrategia global de negocio, compromisos a largo plazo y, por supuesto, un gran desembolso desde el inicio. Por lo tanto, los espacios de trabajo flexibles son una muy buena opción para encontrar el equilibrio y agilidad que cualquier empresa busca.
Por último, se fomenta de manera significativa el trabajo en equipo. Trabajar en estos ecosistemas lleva consigo una interacción social que no existe en el teletrabajo. De esta forma se favorece la creación de nuevas redes de contactos, así como unos trabajadores mucho más inspirados debido a esa socialización. Todo ello sin olvidar cómo este tipo de entornos favorece la captación y retención del talento gracias a localizaciones estratégicas con buenas conexiones y a una estética y formatos llenos de posibilidades.
Actualmente, Lexington está presente en las grandes ciudades españolas: Madrid y Barcelona. Solo en la capital, el operador de espacios flexibles explota casi 12.000m2 con centros tanto en pleno Paseo de la Castellana como en Príncipe de Vergara, a lo que habría que sumar otro en la zona de La Moraleja. Por otro lado, en Barcelona se sitúa justo al lado de Avenida Diagonal, uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad.
Además de disponer de grandes áreas de descanso, salas de reuniones y formación, así como de otros formatos como phone booths para que la experiencia del trabajador sea lo más completa posible, Lexington está especializado en la creación de entornos de trabajo a medida para clientes corporativos. Oficinas completamente ad-hoc y comprometidas con la identidad de marca y objetivos de productividad de cada compañía.