Los accidentes de tráfico son una de las principales causas de muerte en muchos países, pese a los esfuerzos por promover una conducción responsable. Además, en el período estival suelen incrementarse de forma significativa, al aumentar el número de desplazamientos por carretera y las festividades locales.
Una investigación realizada por la Dra. Cristina Escamilla Robla, de la Universidad Europea de Valencia, y la Dra. María Ángeles Beleña Mateo de la Universidad de Valencia; en colaboración con el Dr. Joaquín Mateu Mollá de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, muestra cómo variables como el abuso de alcohol y determinadas dimensiones de la personalidad inciden significativamente en el aumento de la delincuencia vial.
El estudio, que acaba de ser publicado en la revista científica Psicothema (JCR Q1), ha determinado que algunas variables psicológicas influyen potencialmente en los delitos de tráfico y se asocian a conductas de riesgo al volante.
“Los resultados concluyen que las variables más relevantes son el trastorno antisocial y los problemas de consumo de alcohol, así como la hiperactividad y el déficit de atención, que son comunes en algunos trastornos de la personalidad graves. También otras dimensiones, como el neuroticismo y la agresividad, son un punto de convergencia para diversos trastornos y delitos de tráfico”; destaca el Dr. Joaquín Mateu, investigador y docente de la Universidad Internacional de Valencia. Mateu incide en que, con su investigación, han comprobado que “estos factores y los trastornos de personalidad inducen, además, posteriores recaídas en la comisión de delitos de tráfico”.
Respecto a los problemas específicos asociados al consumo de sustancias, la investigación revela que el abuso de alcohol, unido a la personalidad antisocial y a otros trastornos de personalidad graves, inducen a las personas a cometer delitos de tráfico con mayor frecuencia.
“Como es bien sabido, el efecto depresor del alcohol sobre diferentes regiones cerebrales esenciales para las funciones ejecutivas (como por ejemplo el control inhibitorio) incrementa el riesgo de conductas descuidadas, pero lo que nuestro actual estudio muestra es que el referido efecto se potencia ante alteraciones de la estructura de la personalidad que inducen acciones impulsivas. Es decir, la intoxicación etílica facilita, en mayor medida en los trastornos antisociales, la tendencia a la inhibición de responsabilidades” señala el investigador y docente de la Universidad Internacional de Valencia, que insiste en que ambos factores (trastornos psicológicos y abuso de alcohol) presentan una mayor prevalencia en los sujetos que cometen delitos contra la seguridad vial.
Para Joaquín Mateu, conocer estas variables psicológicas, que están en la base de muchos delitos viales, dará lugar a estrategias de prevención eficientes y basadas en la evidencia. “Estudiar cómo influyen de una forma conjunta o por separado en la compleja ecuación de la conducta al volante, y determinar qué variables son comunes a todos estos delitos, es importante para la prevención de los mismos” señala.
Por eso, los tres investigadores aluden a la necesidad de que por parte de las instituciones públicas se coordine un abordaje terapéutico de estos trastornos como medida clave a la hora de prevenir los accidentes de tráfico. Así pues, defienden que sus hallazgos muestran que, más allá de las campañas de concienciación y las medidas punitivas, hay una necesidad de articular (con los infractores de tráfico) intervenciones individualizadas e integrales que combinen estrategias médicas y psicosociales y que reduzcan esta tendencia a cometer delitos viales.
“Es esencial el diseño de nuevos protocolos de evaluación que identifiquen los factores de riesgo analizados, asignando consecuentemente todos los recursos necesarios para incidir en ellos y promover una mayor seguridad vial. Por ejemplo, revisar y modificar los protocolos de obtención y renovación del permiso de conducir en los centros de conductores, asegurando las condiciones psicofísicas de las personas que conducen, tal y como exige la normativa” señala Joaquín Mateu, investigador y docente de la Universidad Internacional de Valencia – VIU.
En esta investigación se analizó a 300 sujetos: un grupo de estudio (199 personas condenadas por delitos viales) y otro control (101 sujetos extraídos de la población general de conductores). Los instrumentos utilizados fueron el examen internacional de trastornos de la personalidad (IPDE), el cuestionario de identificación de trastornos por consumo de alcohol (AUDIT) y el cuestionario autoinformado de cribado del TDAH.