Reducir nuestro consumo energético ha dejado de ser una medida aconsejable, para convertirse en una acción urgente e, incluso, de obligatorio cumplimiento. Se trata no solo de una consecuencia de la situación geopolítica actual, sino también de un tema de conciencia medioambiental y de ahorro económico. Aunque son muchas las medidas que se pueden llevar a cabo para lograr una reducción del uso de la energía, hay un aspecto clave en el cual debemos enfocarnos: la apuesta hacia movilidad eléctrica. Y es que incentivar el uso del coche eléctrico no es solo buscar la sostenibilidad, sino también la eficiencia energética.
El vehículo eléctrico, además de reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera, impulsa las energías renovables así como el almacenamiento energético. De hecho es el único sistema de propulsión rodada que puede interactuar con la red eléctrica. Aún más, la bidireccionalidad de la recarga que incluyen en la actualidad algunos cargadores de coches eléctricos permiten que éstos no solo sean un medio de transporte sino que también se conviertan en una fuente de energía alternativa para los hogares.
Son características que muestran el por qué la movilidad sostenible posee una eficiencia energética del 90%, frente al 38% de los motores de combustión; con una media de ahorro en el uso de energía respecto a los vehículos a motor del 40%. Pero el ahorro también repercute en los bolsillos de sus dueños.
Nuestro vehículo eléctrico, XEV YOYO, por ejemplo, puede alcanzar un consumo homologado de sólo 0.074Kwh/km, lo que equivale a un gasto de menos de 2 euros por cada 100 kilómetros. Al comparar un vehículo eléctrico con uno de combustión vemos que este último es un 75% más caro: con un recorrido promedio de 20.000 km al año, un coche de gasolina representa un gasto de más de 1.400€; mientras que un vehículo eléctrico requiere un gasto promedio de 340€.
Una suma a la que hay que agregar la exención del impuesto de matriculación que tienen los vehículos eléctricos frente a los de combustión; además de las ayudas económicas directas a través del Plan Moves III. Sin embargo, pese a que son muchas las acciones que se están realizando enfocadas al desarrollo e implantación de la movilidad eléctrica, en nuestro país todavía falta mucho camino por recorrer.
La infraestructura de recarga necesita mejorar. España está en la retaguardia en la materia ocupando el octavo puesto entre los países de la Unión Europea con mayor implementación de la movilidad eléctrica. Según el barómetro elaborado por Anfac, la patronal de los fabricantes de coches, España tenía al inicio del 2022 una implementación de la electromovilidad de 13,3 puntos, lejos de la media europea situada, de 28,1; con un total de 14.244 puntos de recarga distribuidos a nivel nacional, una cifra que tiene que alcanzar los 45.000 si queremos lograr un verdadero desarrollo de este tipo de coches.
Los esfuerzos de la estrategia de ahorro energético actual deben enfocarse en la movilidad eléctrica pero no solo como una acción coyuntural sino como una apuesta a corto, mediano y largo plazo que nos permita hacer de la sostenibilidad y eficiencia energética una forma de vida.
TEXTO y FOTO: María Teresa Muñoz