La producción de la ropa que utilizamos equivale al 20% de las aguas residuales que van al mar, un 10% de los gases de efecto invernadero y toneladas de descartes en basurales a cielo abierto. La Economía Circular aplicada a la moda parece ser la solución a esta problemática. Conoce en esta nota cómo ayudar al medioambiente.
La necesidad de frenar el cambio climático y reducir los gases de efecto invernadero de cara a la Agenda 2030 ha puesto el foco en lugares y prácticas que antes eran impensadas. Esta vez, según datos de las Naciones Unidas, resulta imperioso avanzar sobre la industria de la moda y sus componentes altamente contaminantes.
De hecho, según un relevamiento de dicho organismo mundial, la producción de ropa a lo largo de todo el mundo es responsable, nada más y nada menos del 20% de las aguas residuales globales. Además, se estima que esta misma industria es responsable también del 10% de las emisiones globales. Otro dato que puede llamar la atención indica que, por ejemplo, para la confección de un jean se requieren unos 7.500 litros de agua a lo largo de todo el proceso productivo, equivalente a lo que consume una persona en siete años.
Asimismo puede agregarse que, por año, se generan 100.000 millones nuevas prendas para las que se utiliza un total de 97% de sus materias primas de fuentes denominadas vírgenes y solo un 2% corresponden a fuentes de reciclaje. Esto equivale a 53 millones de toneladas de material producido por la industria del cual un 12% se desperdicia a la hora de confeccionar ropa.
De hecho, según un estudio de la fundación Ellen MacArthur por segundo se quema el equivalente a una tonelada de basura, lo que se transforma en una pérdida de US$ 500 mil millones anuales por no tener políticas de reciclaje pertinentes a la cantidad de contaminantes químicos utilizados.
Por otro lado, según ese mismo estudio, se generan al menos 1.200 millones de toneladas de emisiones de carbono por año, superando incluso al transporte aéreo y marítimo. Además, se depositan en el mar, medio millón de toneladas de microfibras, que equivalen a 50.000 millones de botellas de plástico, con la única diferencia de que estas fibras no pueden rescatarse del mar y terminan ocasionando problemas a las especies marinas.
Además de estos contaminantes a la hora de producir, hay que tener en cuenta las toneladas de basura que se generan en campos a cielo abierto a la hora de desechar la ropa.
Posibles soluciones
Claro está, que pese a que algunas personas sostienen que tranquilamente se podría vestir a la población mundial con la ropa que existe hasta el día de hoy, hay quienes apuntan a salvar la industria volcándose hacia opciones sustentables.
Si bien hay muchos emprendimientos por redes sociales que se encargan de rescatar ropa en buen estado y venderla bajo el lema del reciclaje y la concientización, hay quienes se animan a ir más allá y generar ropa a partir del “desguace” de varias prendas que se transforman en una nueva.
De esta práctica surgió el término de upcycling, que proviene de las palabras en inglés Upgrade (mejorar) y Recycling (reciclar). La diferencia que tiene esta innovadora medida con respecto al simple reciclaje es que permite el paso de la moda a la creación de prendas. Ya que no es que simplemente se recicla, sino que también se le da un valor agregado a la nueva creación.
De hecho, esta práctica permite, además de generar prendas nuevas a partir de prendas desechadas, modificar el estilo y darle un nuevo curso a las prendas. Por ejemplo, un jean vintage puede convertirse tranquilamente en una campera grunge, permitiendo que quienes se animen a este proyecto creen sus propios modelos.
Para llevar a cabo el upcycling, se han basado en los principios de la primera fase de la Economía Circular, explicado detalladamente por el especialista Luis Lehmann en nuestro portal. “Hay un primer nivel de economía circular, el más cercano al actual, que es el que tiene que ver con la gestión de los residuos. En ese sentido no es una economía circular completa pero es la que habla de tomar los residuos como recurso y a partir de eso reincorporarse al sistema productivo”, explicó el Consultor en Sustentabilidad.
Según Lehmann, esto permitirá entender “la importancia de disminuir las emisiones a los efectos de lograr esta meta que se está proponiendo gran parte de la humanidad que es intentar evitar que la temperatura aumente más de 1,5 para el 2050”.
Hay quienes tomaron este concepto para aplicarlo a la industria textil, y la han denominado Moda Circular, ya que responde a los mismos principios, o mejor dicho, se desprende de la primera etapa explicada por Lehmann.
En ese sentido, la emprendedora textil reconocida en Brasil por sus trabajos en moda circular, Agustina Comas, explicó públicamente esta definición en detalle: “Es un sistema interconectado donde no se generan residuos, sino que todos los recursos son reaprovechados la mayor cantidad de veces posibles”.
Esto, que podría llamarse un enfoque regenerativo, procura hacer una utilización ecofriendly de los recursos y materias primas, promoviendo la utilización de materiales y procesos que no dañen la salud humana ni el ecosistema.
“Una de sus principales características es la valorización y recuperación de materiales a través de estrategias de extensión de la vida útil del producto, mantenimiento, reutilización, remanufactura y reciclaje”, explicó Comas.
Sin embargo, hay quienes no están del todo de acuerdo con el concepto de moda circular, como el comunicador social chileno experto en sustentabilidad Pablo Galaz Esquivel, quien explicó que, según su criterio hay que hablar más de la economía circular presente en la moda que de una moda circular.
Para eso, el hombre explica que es necesario pensar hacia dónde van estos productos una vez realizados, ya que no solo se trata de pensar circularmente a la hora de producirlo, sino también en adonde van a terminar. “
“¿A qué me refiero con esto? A que aparecen otros modelos de negocio como el intercambio, el arriendo y la reparación”, detalla. “Entonces, la economía circular parte desde la mesa de diseño, incluso antes de eso, los diseñadores reflexionan sobre qué quieren comunicar realmente, y esto tiene que ver con una experiencia, no es solo la fabricación de un producto, por eso también se habla de usar y no de comprar ropa”, explicó Esquivel.
Cómo actuar para reducir estos contaminantes
Durante los últimos años los propios productores textiles cayeron en la cuenta de los grandes contaminantes producidos por la industria de la moda. Por esta misma razón ya han puesto, incluso desde sus épocas de estudiantes, el foco en la producción sustentable o ecológica.
En Latinoamérica hay varios emprendimientos que han empezado a girar en torno a esta temática, como por ejemplo la reventa de ropa de calidad que ya no es utilizada, con el objetivo de reubicar prendas en buen estado en vez de llevarlas a la basura o a lugares donde no se les dé un tratamiento pertinente.
Por otro lado, hay miles de pequeños proyectos que erigen sus producciones en ropa reutilizada y no necesariamente se trata del Upcycling, ya que en algunos casos se utilizan materiales restaurados,como por el ejemplo el hilo para la confección de ropa.
Además, claro, hay diversos proyectos de upcycling que de a poco empiezan a mover la aguja para lograr que las grandes empresas se inclinen a una producción sustentable y ecofriendly de la ropa.
Mientras tanto, con un crecimiento incipiente de este tipo de proyectos, desde Utopía Urbana recomendamos las siguientes prácticas para orientar el consumo textil hacia un mundo más sustentable.
- En primer lugar, se puede elegir comprar ropa a estos pequeños productores para, además de no contaminar, apoyar a los emprendimientos.
- Fomentar el reciclado de ropa, comprando prendas usadas en buen estado o donando lo que ya no se utiliza.
- Elegir prendas fabricadas con materiales sostenibles y producción ética.
- Comprar prendas básicas que no pasen de moda.
- Animarse a teñir, decorar o reparar la ropa antes de tirarla. En internet hay diversos tutoriales e ideas rápidas para convertir nuestra basura en nuevas opciones para el armario.
- Por último, recomendamos 2 prácticas simples pero que se posicionan en la cúpula de las decisiones importantes. Por un lado leer la etiqueta y conocer los materiales que utilizamos. Por otro, preguntarnos si realmente necesitamos esa prenda.
En relación a esta temática ya hay diversos gobiernos, ONG’s y emprendimientos que estan comenzando a impulsar acciones de economía circular. Tal como el caso de España, donde se está tratando a nivel legislativo la “Ley de residuos y suelos contaminados” que, entre varias cuestiones, establece implementar la recolección selectiva de desechos textiles antes de fin de 2024 y promueve una ecotasa que tienda a promover el reciclado o de Chile donde están buscando incluir a los residuos textiles en la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). ¿Podrán lograrlo?
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