Vie. Oct 4th, 2024

… Afecta a la vida de los bosques

Acabamos de vivir el Día Internacional de Los Bosques. La pérdida de bosques se asocia con tanta rapidez a la tala de árboles que olvidamos que, en determinadas ocasiones, esta acción es clave para su supervivencia. De hecho, la tala controlada de las zonas más densificadas de un bosque (lo que se conoce como “claras o aclareos”) o cortas finales bien planificadas (entresacas o cortas a hecho) son manejos fundamentales en los trabajos de gestión forestal para ayudar a que el bosque esté sano y se asegure su regeneración. Asimismo, serán resistentes a cualquier amenaza, incluidos los incendios, inundaciones, vendavales u otras consecuencias del cambio climático.

Es más, existen numerosas modalidades de corta de masas adultas que, siempre que estén bien ejecutadas, permiten también una renovación y regeneración de los bosques que los hacen más resistentes. Lo verdaderamente importante es que esas talas, como cualquier acción de la gestión forestal, están planificadas en tiempo y forma por profesionales que garanticen su sostenibilidad tanto ambiental como económica y social. No hay que olvidar que, en muchos casos, los montes son fuente de ingreso económico para propietarios y ayuntamientos.

El Día Internacional del Bosque también nos sirve para transmitir que el papel de estos ecosistemas en nuestro planeta es fundamental y que la pérdida mundial que vivimos de cientos de hectáreas cada año es irreparable. Es un momento ideal para profundizar en las complejas causas que perjudican o destruyen las masas forestales en nuestro país. Desde el abandono a los incendios, pasando por el cambio climático, todas tienen una solución que pasa apostar por una sólida gestión forestal.

La inversión es necesaria, así como la apuesta de la administración por incluir estas herramientas en los planes normativos, si queremos consolidar la resiliencia forestal en el futuro. De hecho, son parte del trabajo de proyectos europeos como el LIFE Soria ForestAdapt, que trata justamente de aumentar la resistencia de los bosques del sur de Europa al cambio climático, incluyendo medidas de adaptación en los planes de gestión forestal públicos y privados.

Al final, la gestión forestal consolida los beneficios de los boques que, como sabemos son innumerables: limpian el aire de dióxido de carbono y regulan el clima, son sumideros de carbono y, por tanto, un potente aliado contra el cambio climático, pero además albergan el 80% de la biodiversidad terrestre, nos proveen de alimentos y controlan la erosión, entre otros. Sin olvidar que generar empleo y mantienen a la población rural ligada al territorio.

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Por Luis Fernando Prieto

Periodista especializado en empresas y movilidad.

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