Las ciudades sostenibles (smart cities), conectadas y gestionadas con tecnologías modernas, constituyen un fenómeno global imparable. La gestión lumínica y climática de los edificios es la última revolución en este campo y la multinacional alemana B.E.G ha trasladado su experiencia a nuestro país, para acelerar la llegada de las ciudades inteligentes. Lo acaba de mostrar en dos recientes proyectos llevados a cabo en Barcelona, considerada como la “smart city” más sostenible de Europa, según el Smart City Index, ránking internacional, realizado en 2022 por Juniper Research e Intel.
Se trata de la residencia de estudiantes Vita Student de la ciudad condal, que ha puesto en marcha un sistema de reserva de habitaciones para su ocupación, de forma que los visitantes al entrar conocen previamente la ubicación de la sala o estancia que les corresponde, con el consiguiente ahorro de tiempo y dinero. Además, se han creado espacios que permiten su ocupación en todo momento, gracias a sistemas de reserva automática.
El segundo ejemplo corresponde a la nueva sede corporativa en Barcelona de Wallbox, proveedor de soluciones de carga y de gestión energética, que ha reformado completamente un edificio de estilo industrial de 11.000 m2, para concentrar en un mismo espacio a todos sus empleados. Para ello, se han dotado de instalaciones punteras en innovación, eficiencia y sostenibilidad, como el sistema integral de control, DALI-SYS, que adapta la aportación lumínica a las necesidades concretas de cada zona para aunar ahorro, confort y seguridad.
Como asegura Luis Claver, country manager de B.E.G. Hispania “creemos que un futuro más sostenible y eficiente es posible. Por eso, trabajamos en sistemas cada vez más automatizados e inteligentes, basados en sensores, conectividad y en seguridad avanzadas, para proporcionar máxima comodidad y bienestar a cualquier persona. Se trata, al final, de ahorrar dinero y recursos naturales cada vez más escasos, a la vez que mejora la comodidad y bienestar de todos”.
Pilares de una smart city
El compromiso medioambiental de las ciudades es, aparte del número 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, uno de los principales pilares de una smart city. En su construcción, son necesarios muchos elementos, pero entre ellos destacan los sensores para medir la calidad del aire, reducir el consumo energético y la huella medioambiental de la actividad humana. Cada día, más de 180.000 personas se trasladan a una ciudad para vivir y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que en 2050 la población mundial ascienda a 9.000 millones de habitantes, de los cuales el 70% vivirá en centros urbanos.
Las ciudades inteligentes y respetuosas con el medio ambiente serán entonces imprescindibles para reducir nuestra huella medioambiental, teniendo en cuenta que en apenas unos años estos centros metropolitanos serán responsables de más del 75% de la producción de energía mundial y generan el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Muchas urbes alrededor del mundo han apostado por reciclarse estratégicamente y transformarse digitalmente, dando respuesta a algunos de los grandes desafíos globales que se avecinan: aumento de población, polución, escasez de recursos, gestión del agua o eficiencia energética.
La automatización y control de edificios es, junto a las tecnologías de la información, la movilidad urbana y el transporte público, los cuatro pilares de las smart cities., Así lo han asumido grandes urbes de todo el mundo, como Shanghai, Seúl, Nueva York, Pekín y Barcelona, las cinco smart cities más eficientes, en estos momentos, según el citado informe de Juniper.
La multinacional B.E.G. se ha propuesto extender los sistemas de gestión lumínica más sostenibles en los países que han asumido este reto. Como concluye el country manager en España de la compañía, “debemos seguir avanzando en eficiencia energética global. Es el único camino, si queremos dar la vuelta a las preocupantes cifras de contaminación y aumento de la población mundial. Es una simple cuestión de supervivencia”, concluye.